No soy la mujer que estás buscando
No soy la
mujer que estás buscando, lo siento. Quisiera serlo a veces, solo a veces, en
esos días en los que eres fuego y por tu culpa arden las ciudades y el viento
se llena de humo y escarcha negra, en esos días quisiera ser la mujer que
buscas, la que puede apagarte, amainar tu ira, abrazarte y dormir a tu lado
para que estés tranquilo.
No soy la
mujer que estás buscando. Quieres alguien frágil, vulnerable, impotente ante tu
locura y tus arrebatos infames, tu falta de consideración y tu sombría manera
de enterrar cualquier sueño en lo más profundo de la tierra.
No soy la
mujer que estás buscando, a pesar de amarte más que nadie, como solo se ama una
vez en la vida. Yo fallé en la búsqueda, te encontré cuando no debíamos, cuando
no podíamos, cuando ninguno de los dos sabía que es posible creer, inherente crecer,
con todo y que riman como rimábamos nosotros, ese engranaje perfecto de tu
cuerpo y el mío devorando las ansias y rompiendo los miedos.
No soy la
mujer que estás buscando. Tú buscas aire, buscas ser libre, quieres un refugio
que se parezca a tu hogar, ese que tienes conmigo, que sabes que está acá entre
mis sábanas, en los cajones de mis súplicas, en los años y años de destierro,
bajo las costillas, sobre el diafragma, ese es tu lugar en el mundo, donde
viven mi poesía y los besos dulces que te han cobijado cada mañana.
Pero es
una lástima, no soy la mujer que estás buscando. La quieres suave, la anhelas
joven, la buscas ‘cuerda’, que no se queje, que no haga escenas, que no dibuje
ni tenga letras. Que no tenga conflictos con tus días difíciles y que al
contrario los vuelva fáciles. Que sea amable, que tenga clase y que no haga
dietas.
Yo, mi
amor, no soy la mujer que estás buscando. Siempre ha sido así, es la dinámica
de nuestra relación, una rutina que seguimos al pie de la letra. Yo me
acostumbro, tú te acostumbras, nos desnudamos con la aurora, nos vestimos en la
alborada y el mundo gira sin darnos cuenta.
Y mientras
tu imponencia reclama a esa mujer que estás buscando, ciego en tu soberbia, yo
me divierto ante tu angustia y te digo… no soy la mujer que buscas, amor mío,
porque para mí, siempre, siempre has estado prohibido.
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