Testimonio
Antes de empezar y jugar a que ponemos las cartas sobre la mesa, debo decirte la única verdad que no cambiará al cerrar este texto y que finalmente fue la que nos trajo hasta aquí: te amo. No es una confesión lastimera ni es una manera subliminal de convencerte de algo que desde el principio no quieres creer. Sencillamente es como llegar a un cuarto de juicio, dejar el arma cargada, sin seguro sobre la mesa y a la vista y acceso del victimario. Es algo que ya sabes, ¿por qué te sorprendes? Abres los ojos como platos y te sabe a improperio. Amarte, debo decir, es de las cosas más bonitas que me han pasado en la vida y creo que lo he hecho bien, amarte con el alma y amarte físicamente porque cada caricia y cada beso que te di se midieron milimétricamente procurando que las yemas de mis dedos le contaran a cada uno de tus poros lo orgullosas que estaban de poder tocarte y haberte elegido entre millones de humanos para depositar anhelos y derretir sonrisas al calor de tus distraídos ojos ...