Lejano
Me engaño. Qué pequeño es el mundo y qué curiosa la vida que nos deja en este punto muerto, suspendidos en el tiempo. Me engaño porque creo que hay maneras y que en el fondo no hay distancia.
Me blindo. ¿Con quién dormiste ayer?, ¿y antes de ayer?, ¿y la semana pasada? Me blindo anticipando las respuestas que perciben sin dudar los peores escenarios.
Me escapo. La realidad es tan obvia y tan perversa que pone contra la pared mi improbable inocencia. Me escapo de ella y te veo tomándome las manos mientras beso tus ojos y rozo con el pulgar las comisuras de tus labios.
Me duermo. Prefiero cerrar los ojos y aferrarme a la nada. Me duermo con tu imagen borrosa bajo los párpados y el latido de tu corazón retumbando por doquier como el triste tic tac de un reloj viejo.
Lejano. Y ajeno como nadie ha sido, porque extrañarte es criminal y la angustia me devora. Quédate allá amor, donde quiera que estés. Al final tú tenías la razón: mi pasión por la tragedia no tiene control.
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