Carta al Vacío Vol. 5


Te extraño. ¡Aggrrhh!, ¡cómo odio decirlo! Al fin de cuentas, saber que no lees estas líneas y que probablemente jamás lo harás es tranquilizante porque reduce el riesgo de hacer el ridículo. Y aún así, con toda la humillación que implica, debo reconocer que te extraño de forma criminal, tanto, pero tanto, tanto, que se me olvida por ratos que no te importa en lo absoluto. Arrasaste con todo y pasó tan rápido que aún me sacudo boronas de la ropa y retiro de mis ojos la escarcha que botaste de un manotazo para desaparecer en el más barato y menos elaborado truco de magia de la historia. Pero ¡por Dios!, ¡cuánto te extraño! Con lo deprimente que es quedarse a la espera de ese momento donde la vida se equilibra y por una pirueta del destino tú apareces para decirme algo que comprueba (nuevamente) mi teoría sobre la ley de la compensación del karma y al fin ajustamos cuentas. Sé que no es sano vivir así, ni siquiera para mí que estoy acostumbrada a elevar el drama y la trascendencia a niveles insospechados. Pero incluso alguien como yo merece algo mejor, algo más normal, tranquilidad… la misma de la que haces gala en este momento, porque si de algo estamos completamente seguros es que después de nuestra historia, la única que conserva estos rezagos de tus recuerdos, lastimeros y sin valor, soy yo.

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