Carta al Vacío Vol. 2

Te odio. Y es gracioso, porque en mi mundo de absurdos donde nunca tengo nada claro, lo único claro es eso, que te odio y con muchas ganas. El odio es un sentimiento que consume y marchita las buenas vibraciones, pero ¿qué podemos hacer?, si después de tantos, pero tantos días dándole vueltas al mismo asunto, tú has hecho alarde de tu cinismo para darle la razón a todas esas personas que me advirtieron un millón de veces el error tan grande que era encariñarme contigo. Y mira tormento que este descubrimiento no me ha hecho ni más ni menos feliz, pero por lo menos darle nombre al sentimiento produce cierta tranquilidad. Ahora, eso no quiere decir que me rasgue las vestiduras o contemple el suicidio como opción, no vales tanto, entre las muchas cosas que no mereces, esa en especial saca la cara por todas. Puedo insistir en que no mereces mis letras, y de hecho nunca mereciste lo que entregué por tu causa, pero ahondar en lo obvio no nos va a regresar en el tiempo ni nos va a devolver las sonrisas que nos debemos. Lo lamento tormento, de nuevo, por los dos, y mucho más cuando te apareces en lugares irrisorios y cada día, aunque sea una vez, saco tiempo para recordarte y revisar la lista de chequeo de mi cerebro en la cual explico por qué debo liberarlo de ti. Eres difícil de olvidar tormento, pero no imposible. Créeme, soy experta en ello.

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