Anhelo
Inmersa en la agonía del placer culposo, te observo. Eres el mismo que me hablaba en sueños. Suspiro. Con tus manos trazas líneas en el papel blanco y yo permito que mi imaginación vuele hasta donde quieres llegar. Secuestrada por el dolor de mi propio silencio, te anhelo. He seguido tus pasos en el suelo con la esperanza inútil de andar al compás y no temer. Respiro. Mientras juegas con tus manos, pasando del papel a tu cabello, enredado entre tus dedos encuentro el cáliz de mis motivos. Bendecida en la penumbra por el sonido de tu voz, te miento. La paradoja que te hace ajeno es un veneno contaminando mi sangre. Respiro. Interrumpes mis desvaríos con palabras carentes de poesía, desarmando la nube de utopía que construí a tu alrededor. Desarmada ante la certeza de tu mirada sobre mi rostro, me pierdo. Aprendo cada detalle con el último de mis alientos y con memoria fotográfica establezco parámetros en tus actos: la muñeca del reloj, el granate en tu ropa, la manía angustiosa de...