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Mostrando las entradas de agosto 24, 2008

El día en que le pusieron precio a mi vida...

– Monita, regáleme cien pesos - sus palabras como puñales. – No tengo. – Tengo la navaja en la mano, monita. Regáleme cien pesos o la chuzo. ¿Cuál navaja?, ¿cuál mano?, ¡Mierda!, ¡Esa mano! Una mano negra, literalmente negra, allí la vi, lo miré a los ojos y mi corazón dio un vuelco. – No vaya a correr o la chuzo; cien pesos y no le hago nada. Ahora todo era tan claro y tan confuso a la vez. ¡Qué bien! Una persona X en una ciudad X y en una calle X, le había puesto precio a mi vida. Mi vida valía cien pesos. Minutos antes –dichosos minutos– le había dicho al objeto de mi afecto, lo glorioso de ir caminando por Chapinero, celular en mano –insisto, dichosos minutos “antes” – y pisar un billete de mil pesos frente a un bar justo al lado de la universidad. ¡Golpe de suerte! Pues sí, si es un golpe de suerte cuando vas caminando y divagando como siempre y de pronto puedes ser tú mismo quien le ponga precio a tu vida. Mil pesos, no señor indigente, ¿cómo se le ocurre a usted semejante insole...