Te quiero...
Te quiero, porque apareciste de la nada, bajo una cortina de humo.
Te quiero desde la ausencia de tus palabras de amor.
Te quiero como al juguete de un chocolate sorpresa.
Te quiero cuando eres el maquinista de mi montaña rusa a medio motor.
Te quiero por descubrir en mi vientre la ruta que anima las mariposas.
Te quiero por imperfecto, por errático y esquivo.
Te quiero porque me derrito con tus palabras sin sentido.
Te quiero por lo que eres, por lo que has sido cuando me quieres.
Te quiero a pesar del miedo, a pesar de tu actitud de hielo.
Te quiero con tus defectos, con tu parodia de heroísmo y con tus patrañas de titiritero.
Te quiero sin luz de luna, sin mañanas masoquistas ni atardeceres de lluvia.
Te quiero siempre que hay risas, sin tu elocuencia y con tus mentiras.
Te quiero a ti y a tus besos de alquimista, los desalmados, los perversos.
Te quiero tanto y sabes que es cierto, como lo ha sido cuando lo niego.
Te quiero centro de mi universo, mi voz, mi alma, mi fuego interno.
Te quiero en mi arco iris, pintado de blanco y negro.
Te quiero, aún cuando no es bueno anhelar demasiado sin tocar el suelo.
Te quiero y me gusta verte, tan despistado que no lo notas.
Te quiero y digo mil cosas, escribo cartas y hago bocetos.
Te quiero y trato de explicármelo, le hablo al mundo y pido consejos.
Te quiero, y ¿a quién le cuento? Si hoy tu estrella se ve más lejos.
Te quiero mi niño y te engaño… me cubro el rostro con faz de hierro.
Te quiero y sé bien que ahora es una utopía lo que yo siento.
Te quiero aunque no tenga paz, aunque no te dar nunca más consuelo.
Te quiero y sé que no entiendes, que te quiero en miel, arequipe y hielo.
Te quiero, pero más cuando te miento… cuando te digo que no te quiero.
Te quiero, pero vuela lejos, te quiero siempre y te quiero ajeno.
Te quiero, incluso en la soberbia de mi propio infierno.
Te quiero, pero ya es tarde… me dueles en el deseo.
Te quiero y te quiero mucho… pero con esto me libero.
Te quiero desde la ausencia de tus palabras de amor.
Te quiero como al juguete de un chocolate sorpresa.
Te quiero cuando eres el maquinista de mi montaña rusa a medio motor.
Te quiero por descubrir en mi vientre la ruta que anima las mariposas.
Te quiero por imperfecto, por errático y esquivo.
Te quiero porque me derrito con tus palabras sin sentido.
Te quiero por lo que eres, por lo que has sido cuando me quieres.
Te quiero a pesar del miedo, a pesar de tu actitud de hielo.
Te quiero con tus defectos, con tu parodia de heroísmo y con tus patrañas de titiritero.
Te quiero sin luz de luna, sin mañanas masoquistas ni atardeceres de lluvia.
Te quiero siempre que hay risas, sin tu elocuencia y con tus mentiras.
Te quiero a ti y a tus besos de alquimista, los desalmados, los perversos.
Te quiero tanto y sabes que es cierto, como lo ha sido cuando lo niego.
Te quiero centro de mi universo, mi voz, mi alma, mi fuego interno.
Te quiero en mi arco iris, pintado de blanco y negro.
Te quiero, aún cuando no es bueno anhelar demasiado sin tocar el suelo.
Te quiero y me gusta verte, tan despistado que no lo notas.
Te quiero y digo mil cosas, escribo cartas y hago bocetos.
Te quiero y trato de explicármelo, le hablo al mundo y pido consejos.
Te quiero, y ¿a quién le cuento? Si hoy tu estrella se ve más lejos.
Te quiero mi niño y te engaño… me cubro el rostro con faz de hierro.
Te quiero y sé bien que ahora es una utopía lo que yo siento.
Te quiero aunque no tenga paz, aunque no te dar nunca más consuelo.
Te quiero y sé que no entiendes, que te quiero en miel, arequipe y hielo.
Te quiero, pero más cuando te miento… cuando te digo que no te quiero.
Te quiero, pero vuela lejos, te quiero siempre y te quiero ajeno.
Te quiero, incluso en la soberbia de mi propio infierno.
Te quiero, pero ya es tarde… me dueles en el deseo.
Te quiero y te quiero mucho… pero con esto me libero.
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